El amor artificial
Desde los orígenes psíquicos de la humanidad hasta
nuestros días, los humanos hemos desarrollado cada vez más las emociones, debido,
sobre todo, a las necesidades de supervivencia. Para sobrevivir era necesario
convivir agrupadamente. Esta forma de vivir también nos permitiría desarrollar aún
más las emociones, tanto las positivas como las negativas.
El amor se originó gracias a la inevitable necesidad de protegerse
a sí mismo equivalente a amarse a sí mismo; ya que sin la protección propia que
le inducía el amarse a sí mismo, la vida no evolucionaría. El amor de cada
persona hacia sí mismo dura toda la vida, excepto quién, por diferentes
motivos, vive sin amor a sí mismo; muchos de estos acaban suicidándose. El amor
a sí mismo es necesario para la supervivencia; pero un excesivo amor a sí mismo
no sería bueno para la convivencia. Así que, qué mejor que el amor para mejorar
nuestros males y el de los demás.
Evolutivamente, el amor produciría diferentes tipos de
emociones derivadas del propio amor. Y también la existencia de dos sexos opuestos
permitiría que se potenciaran aún más dichas
emociones. Las necesidades de procrear obligaba a que las hembras
mantuviesen constantemente vivo el deseo sexual en los varones; lo cual permitió
que éstas se dotasen evolutivamente de cada vez mejores armas sexuales como la
de la atracción física que las dotaría de mejores simetrías físicas,
equivalentes a poseer más belleza; de esta manera atraerían más y mejor al sexo
opuesto, lo que sería bueno para la procreación. Poco a poco,
hereditariamente, en las hembras evolucionarían
otras opciones físicas y psíquicas, que les ofrecería la posibilidad de atraer sexualmente,
más y mejor, al sexo opuesto; opciones como la de poseer apariencias más
bondadosas, poseer voces más suaves o armoniosas; poseer movimientos más
atractivos e incluso dotarse de aromas con percepciones invisibles como las
feromonas, las cuales, como ya se sabe, tienen el poder de atraer sexualmente
al hombre. Estas y otras posibles opciones que se heredarían de padres a hijos,
hacían diferenciar aún más la feminidad de la masculinidad. Una de las opciones
más efectiva para atraer al hombre y para que la mujer se sienta atraida por el hombre, sería la que produciría en ellos y ellas una
especie de locura de amor, llamada enamoramiento. Sin embargo, como no, también al hombre se le dotaría evolutivamente de armas para atraer sexualmente a la mujer, pero no serían las mismas armas, sino parecidas.
El ser humano ha evolucionado permanentemente sin perder
sus raíces evolutivas emocionales. Por eso mismo, el hombre continúa hoy enamorándose
de la mujer y viceversa. El amor suele ser una mezcla de amor y sexo, a veces el sexo se
encuentra enmascarado psíquicamente tras el enamoramiento. El amor que pueda
sentir la mujer, es de diferente tipo; quizás no tan sexual; tal vez el amor de
las mujeres hacia los hombres sea más parecido a un amor familiar.
Pero no todo es amor dependiente del sexo; también existe
el amor familiar, como por ejemplo el amor hacia los hijos. Tanto el amor
dependiente del sexo como el amor familiar, son amores que se mantienen puros;
pero que además permiten que de ellos se deriven otras emociones. Por ejemplo,
el amor de los padres hacia sus hijos podía obligar a que, en caso de peligro, los
padres transformasen su amor en ira, con la idea de defender a sus hijos; con
lo cual, de un amor puro podrían derivar emociones negativas. A fin de cuentas,
las emociones positivas a veces se utilizan como negativas y viceversa.
El amor sexual podía contribuir a que existiese
competencia entre varones, con sus correspondientes luchas, iras, celos,
envidias, odios y posibles venganzas. Con lo cual, las emociones sexuales, derivarían
en otros tipos de emociones; y continuarían derivándose a medida que
evolucionase el psiquismo humano; ya que la evolución psíquica emocional no
cesa de evolucionar; y tal vez, en el futuro se generen nuevas y desconocidas
emociones humanas. También las necesidades alimentarias obligaron a desarrollar
otras emociones; pues la caza y otras formas de adquirir alimentos, con sus
correspondientes peligros, permitieron
otros desarrollos emocionales. O sea, que el amor hacia sí mismo, el amor a los
familiares, el amor al sexo opuesto y la necesidad de alimentarse son las
acciones que más han contribuido a desarrollar las emociones humanas.
El amor podría programarse artificialmente en un robot. Pero
primero, sería necesario que el robot dispusiese de su propio yo psíquico artificial;
porque como se puede amar uno a sí mismo sin tener su propio yo al que poder
amar.
Antes de nada, voy a explicar muy resumidamente que es un
yo y como podría dotarse de un yo a un robot: Un yo es reconocerse totalmente a
sí mismo, saber que uno existe. Para ello, habría que programarle al robot una
serie de programas que le permitiesen descifrar, almacenar, manejar, etc. la
información que detectase e identificase
permanentemente, de cada mínima parte de su cuerpo robótico; para que así el
robot pudiese reconocerse a sí mismo y pudiese saber sus dimensiones físicas y
sus posibilidades físicas y psíquicas. Con los programas adecuados, el robot podría
compararse con todo lo demás y podría actuar autónomamente acorde con lo que es
él con su yo físico y psíquico en comparación con lo demás. Con lo cual, el
robot tendría más posibilidades de éxito para sobrevivir artificialmente. El yo
en el ser viviente, siempre ha estado ligado evolutivamente a las necesidades
de supervivencia; ya que sin un yo propio no se podría sobrevivir.
La información eléctrica que el robot constantemente
recibiría de cada sensor colocado en cada mínima parte posible de su ser
robótico, le suministraría los datos precisos de su yo físico, de su yo
robótico, información equiparable a las sensaciones que percibimos los seres
vivos. Información que le permitiría descifrar cada mínima sensación
artificial externa que detectase físicamente a través de sus sensores colocados
en cada adecuada mínima parte de su cuerpo robótico; información que al
computarse con los programas psíquicos robóticos adecuados, le posibilitaría
reconocerse a sí mismo y situarse en un lugar en el mundo en relación con todo
lo demás; lo cual le proporcionaría su yo artificial. Todo lo dicho es mucho
más complejo de realizar, sólo estoy exponiendo una explicación muy resumida.
De esa manera, al poder poseer el robot de su yo
artificial, ya podría disponer del yo necesario para que pudiesen instalarle un
programa que le permitiese amarse a sí mismo, porque ya tendría algo que
proteger, por tanto amar, su yo. Dicho programa consistiría en una serie de
normas que le obligasen a defender su integridad física y psíquica, o sea su yo
(dichas normas consistirían en obligaciones y prohibiciones programadas de
antemano; programa que no podría negarse a cumplir el robot; ya que estaría
programado así de antemano; esa programación sería la personalidad del robot
que le induciría a protegerse, es decir a amarse a sí mismo). Pero sin embargo,
al robot, habría que programarle otra serie de programas sobre normas de
convivencia. Ya que el robot, al amarse sólo a sí mismo; supeditaría todo su
ser a todo lo demás; sería muy egoísta y podría no respetar a los demás; con lo
cual, eso podría ser un peligro, no solo para las personas sino también para
todo lo demás. Por eso, a dicho robot se le tendría que programar una serie de
programas que le obligasen a respetar las normas de convivencia.
Autor: Salvador Sánchez Melgar
http://www.articulosnuevos.blogspot.com
http://www.evolucioninteligentesinfin.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenidos a ideas e inventos nuevos