El tiempo es el propio dinamismo universal perfectamente ordenado. Como
todo el universo es absolutamente dinámico, todo el universo tiene que
ser un orden, incluso la existencia y la vida.
Es lógico que así sea, porque el tiempo es una medida que mide el
transcurrir dinámico de todo; y como todo es dinamismo todo posee un
transcurrir dinámico. Por consiguiente, todo es tiempo desde que se
originó dinámicamente el universo. El tiempo no puede existir sin que
transcurra una acción dinámica; y sólo se puede producir una acción
dinámica, si el propio dinamismo transcurre dinámicamente; que es una
forma de que el dinamismo transcurra ordenadamente. El tiempo no podría
tener presente ni futuro si el dinamismo no transcurriese ordenadamente.
O sea, que el tiempo sólo puede existir si el universo se mueve
ordenadamente; ya que no solamente se tiene que mover ordenadamente una
mínima porción dinámica; sino que se tendría que mover ordenadamente
todas las infinidades de unidades dinámicas de la acumulación dinámica
que satura de dinamismo al universo; porque todo el universo es
dinamismo, es orden es tiempo.
Y qué es un transcurrir dinámico sino la posibilidad de que toda la
masa dinámica universal se mueva uniformemente hacia una misma
dirección. Sea lento o rápido el transcurrir dinámico universal, el
universo no tiene más remedio que arrastrar dinámicamente todo lo que
exista en su universo; sin que nada pueda impedir que el río dinámico
universal pueda seguir su transcurso dinámico, pueda seguir su tiempo.
Ese dinamismo universal es el propio orden universal; con lo cual todo
lo que exista dentro del universo posee la inevitable tendencia al
orden; la existencia es un orden; la vida es un orden y todo funciona
como un orden. Si todo es un orden, nada puede separarse de ese orden.
Esto no quiere decir que la vida esté predestinada a ser lo que el orden
o tiempo dinámico nos imponga; sino que la vida evoluciona siguiendo un
orden; pero ese orden dentro de su orden nos ofrece infinidades de
caminos que escoger sin que perdamos el orden. Es como si el orden
universal fuese el plano de una ciudad, y nosotros pudiésemos escoger
libremente el camino que quisiésemos; pero respetando el orden o los
caminos de la ciudad, lógicamente podríamos escoger muchos caminos; pero
no podríamos escoger caminos imposibles. La vida nos ofrece infinidades
de caminos dónde escoger, repartidos en infinidades de instantes; pero
claro, como vida que somos, tenemos que seguir los caminos que nos marca
el orden que somos, lógicamente no podríamos transformarnos en lo que
no pertenezca a nuestro orden, para poder así escoger otro camino.
Muchas veces, el propio orden universal que hace que todo evolucione
conforme al orden universal, nos obliga a seguir un único camino. Es
ahí, en esas obligaciones, impuestas por el orden universal, en donde la
vida juega un papel muy importante; el cual habría que investigar; pues
es ahí donde posiblemente esté el secreto del alma, de las
reencarnaciones, del bien y del mal.
Teniendo en cuenta que el universo es un orden, se abren nuevas
posibilidades para nuevas investigaciones. Y es que el universo tiene
que ser un orden, ya que el tiempo es un orden; y como el universo nació
como tiempo y transcurre dinámica como tiempo; por eso mismo, es un
orden. El día que desaparezca el universo, desaparecerá como tiempo y
como orden.
Un desorden universal sería un caos, en donde no existiría el tiempo,
ni nada podría crearse porque todo lo que se crea nace, y todo lo que
nace es tiempo, puesto que por el hecho de nacer algo; ya ese algo
dispone de una fecha de nacimiento, de un tiempo. Por lo tanto todo lo
que existe es tiempo, porque todo lo que existe ha nacido alguna vez;
como también, todo nacimiento de cualquier simple acción dinámica es
tiempo, ya que ha nacido como movimiento. También, el universo nació,
por eso es tiempo; por consiguiente todo lo que es tiempo es orden. Por
lo tanto, el desorden universal no existe en el universo, a no ser que
sea aisladamente. Un desorden universal no permitiría que existiese la
existencia; la cual es un orden dinámico con sus correspondientes
tiempos propios. En un desorden total universal todo en sí se
desordenaría; toda su masa universal se descompondría, sumiéndose todo
en la quietud de la nada, porque desorden es destrucción, es la quietud
de la nada que destruye el dinamismo de la existencia.
Autor: Salvador Sánchez Melgar
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