La grandiosidad universal. Pixabay |
Dolores y placeres
Las sensaciones
El psiquismo es el traductor de las sensaciones
La mejor adaptación
La evolución viviente sin fin
Las sensaciones
Las sensaciones que percibimos son traducidas de manera psíquica en grados de dolor o de placer según sea la intensidad y la frecuencia sensitiva percibida.
Una acaricia se percibirá como una sensación psíquica de menor grado sensitivo de dolor equivalente a placer.
Una quemadura producirá una sensación psíquica de mayor grado sensitivo de dolor equivalente a gran dolor.
Una buena noticia nos producirá sensaciones psíquicas de felicidad; por el contrario, una mala noticia nos podría producir sensaciones psíquicas de malestar.
El psiquismo es el traductor de las sensaciones
Es el propio psiquismo el que traduce psíquicamente en grados de dolor o de placer lo que se percibe. Y ello es debido a que todo nuestro ser psíquico y físico es sensitivo. Y es sensitivo gracias a que tenemos un psiquismo sensitivo que se ha desarrollado así de manera evolutiva.
Desde que la vida surgió como algo microscópicamente pequeño con la capacidad de evolucionar o transformarse en una adaptación que adquiriría cada vez una mejor adaptación, la vida no cesó de evolucionar de forma sensitiva.
Sin las sensaciones, es imposible ser vida y evolucionar sensitivamente. Debido a las sensaciones la vida ha adquirido una cada vez más desarrollada adaptación psíquica y física.
Por eso, en los inicios del origen viviente, la vida se originó y evolucionó psíquica sensitivamente y continuo evolucionando también físicamente de manera sensitiva. Y así pudo lograr desarrollar un sistema hereditario memorístico en el que las vidas podían evolucionar sin perder la evolución conseguida.
La mejor adaptación
La vida estaba obligada constantemente a buscar la mejor adaptación sensitiva posible, tanto física como psíquicamente, cosa que nunca se lograría conseguir plenamente, pues siempre surgiría otra nueva adaptación a la que necesitar adaptarse dado la libertad de acción que disponía la vida, y su constante lucha por la supervivencia.
Serían las acciones más repetitivas las que se memorizarían psíquicamente, para así poder heredarse de manera adecuada.
Esta forma de transformarse la vida en vida cada vez más evolutiva mediante las herencias también se llama evolución viviente.
Sin perder la unión viviente entre las vidas, éstas se constituyeron en un orden viviente que fue repartiendo y multiplicando de vida todo el planeta.
Al principio unas vidas se adaptarían microscópicamente a ser sostén de otras vidas y otras vidas a ser jerarquías inferiores de otras vidas, hasta cumplir todas con la evolución como orden viviente y poder así formar un orden jerárquico viviente necesario para que la vida pudiese evolucionar y multiplicarse continuamente; ya que sin una unión viviente la vida no podría subsistir.
Con el tiempo, tras una evolución viviente cada vez más evolucionada, la vida como orden viviente continuaría evolucionando jerárquicamente.
Con el tiempo, tras una evolución viviente cada vez más evolucionada, la vida como orden viviente continuaría evolucionando jerárquicamente.
En los orígenes de la vida, ésta subsistió microscópicamente en los medios acuáticos y en sus humedades; que eran los lugares más propicios para que la vida pudiese adoptar permanentemente diferentes adaptaciones y así poder evolucionar constantemente.
Porque la vida, al igual que todo en el universo, necesitaba moverse continuamente. Sin embargo, la vida, como existencia libre que es necesitó moverse libremente; y sólo pudo moverse y transformarse libremente si su entorno se lo permitía.
En un entorno sin agua, la vida no podría subsistir. La lluvia, el calor y el viento se encargarían de sembrar vida por todo el planeta en el que se posibilitase esa siembra.
La evolución viviente sin fin
En el origen viviente, de unas especies microscópicas surgieron otras más evolucionadas; luego evolutivamente surgió el mundo vegetal y luego el animal.
La vida evolutivamente continuaba unida jerárquicamente. Pues la unión viviente, como si de una sola vida se tratase, sería un orden viviente en la que cada jerarquía inferior serviría de base a otras jerarquías vivientes superiores.
Como la vida terrestre pertenece a un orden viviente terrestre no puede evolucionar ni separarse de ese orden viviente al que pertenecen todas las vidas del planeta Tierra sin excepción.
En la Tierra no podría surgir otro orden viviente separado del propio orden viviente terrestre, que es como separar al agua terrestre del agua terrestre. Todo el agua terrestre pertenece al mismo agua terrestre, aunque se separe un mar de otro mar.
De esa manera, comparando las vidas con las aguas de los océanos las tendencias de las aguas oceánicas serán siempre la unificación de las aguas. Ya sea por medio de las lluvias o por otros medios.
Por muchos milenios que llevasen separados un océano de otro, sus uniones serán siempre sus eternas tendencias.
Al igual que los océanos la tendencia del orden viviente es a la unificación de todas las vidas en una sola evolución jerárquica; en la que lo más importante será el propio orden viviente, no las individualidades vivientes, ni las propias especies vivientes, pues éstas podrían ser sustituidas por otras especies que se adaptasen mejor al medio, sin que la vida en general se extinguiese.
Autor: Salvador Sánchez Melgar
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